Los orígenes de la autodefensa tienen sus raíces en las formas más básicas de lucha que se han desarrollado en todo el mundo. Prácticamente no hay país que no tenga una forma de lucha que pueda satisfacer la necesidad instintiva del hombre de luchar por su supervivencia. Desde esta perspectiva, hacemos una revisión de la influencia de las artes marciales en el desarrollo de la defensa personal.

De gran ayuda

Se puede afirmar que la defensa personal es tan antigua como la humanidad. Las personas siempre hemos tenido la intención de encontrar y desarrollar esta habilidad para defendernos de posibles atacantes.

La muerte es sin duda uno de nuestros mayores temores. A lo largo de la historia, este miedo y la voluntad de superarlo nos impulsó a perfeccionar las habilidades de las artes marciales y fortalecer nuestros cuerpos y espíritu con el objetivo de defender nuestras propias vidas y sobrevivir.

Hoy en día, la sociedad humana es diferente y las personas no resuelven sus disputas luchando entre sí. En la sociedad contemporánea contamos con diferentes instituciones cuya función es proteger a los ciudadanos y sus derechos civiles.

Sin embargo, el conocimiento de las artes marciales no es redundante, y es que toda persona tiene derecho a protegerse a sí misma cuando sea necesario, por lo que tener el conocimiento de cómo usar una determinada técnica de arte marcial puede ser de gran ayuda.

Desarrollo endógeno

Algunos expertos dirán que las habilidades modernas de autodefensa se basan ciertamente en las técnicas de artes marciales orientales. Tal afirmación es sólo parcialmente cierta porque hasta el día de hoy cada país o región desarrolló su propio arte marcial y, en consecuencia, su propia técnica de defensa personal.

Es cierto que las habilidades de las artes marciales orientales como el Judo, Kárate, Aikido, Jiu Jitsu, Kung Fu o Taekwondo representan la base de la mayoría de las técnicas de autodefensa. Sin embargo, no se debe olvidar que muchas otras artes marciales existían originalmente incluso antes de estas técnicas y que su objetivo básico era la defensa personal. Habilidades como la Lucha Libre, el Boxeo o el Savate entran en esta categoría. No se deben descuidar otras artes marciales, por ejemplo, las que se originan en Brasil, como la Capoeira o el Jiu Jitsu Brasileño.

Atacar no es defenderse

El principio básico válido para la legítima defensa es el siguiente: menos es más. Cuanto más simple sea la técnica, mejor. Respetando ese principio, el uso e implementación de técnicas de autodefensa siempre será apropiada y eficiente para la población en general.

Las técnicas de autodefensa son, en la mayoría de los casos, las mismas tanto para hombres como para mujeres, pero de ninguna manera son idénticas. Las diferencias se pueden encontrar en detalles pequeños pero muy importantes. Es mejor que cada individuo ajuste ciertas técnicas a sí mismo y a sus propias habilidades, así como a sus habilidades actuales para implementarlas en defensa propia.

La premisa que sostiene que el ataque es la mejor defensa podría ser eficaz desde una perspectiva deportiva de lucha y, a veces, entre grupos callejeros de matones. Sin embargo, este no es el caso cuando se trata de defensa propia. La persona que ataca primero tiene seguramente cierta ventaja, pero un ataque no es una forma de defenderse y nunca será percibido como tal.

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